Que nadie tenga la menor de las dudas, Álvaro José Arroyo no
podía ser de otro lugar del mundo: las Lomas del Barrio Nariño en
Cartagena, ese palenque urbano donde confluían la cumbia y el porro de
las Fiestas de la Candelaria, los sones antillanos y las primeras
canciones africanas que sonaron de este lado del mar.
Acaba de morir el Joe en su segunda tierra, Barranquilla, y hoy – en
los barrios del Caribe – se escuchará su voz, se recordarán sus gestos,
se rendirán todos los cultos al hijo mayor de estas tierras, el
principal de ellos serán sus canciones – a todo timbal – en los picós
del litoral.
Del barrio de Nariño a los bares de Tesca, bordeando la Ciénaga de la
Virgen, Joe creó sus primeras canciones, la inmortal ‘Tania’, amoroso
lamento a un amor, a una ciudad, a una condición social: “Voy a la
ciudad, voy a trabajar, allí está el placer lo voy a buscar / voy
dejando atrás, aquel basural, que me hizo odiar tu forma de amar”.
Joe – como los grandes creadores de su tiempo – llevó los ritmos
vernáculos a la complejidad orquestal, dialogando con las
transformaciones sonoras que venían de New York: un chandé, una cumbia,
un porro o un vallenato. De allí su originalidad, de allí que nunca
olvidara la vieja Plaza de Majagual en Sincelejo.
Con Víctor del Real, el Nene, fueron herederos del movimiento musical
de los años 60 en Cartagena, cuyos maestros eran Roberto de la Barrera
y Michi Sarmiento. Su primer disco lo grabaría en 1969 en Cartagena con
la Orquessta de Manuel Villanueva. Después brillaría con la Orquesta la
Protesta de Barranquilla y con el Combo los Diamantes de Rubén Darío
Salcedo en Sincelejo. Más tarde llevaría con Fruko y sus Tesos la salsa
al interior del país.
Juan Carlos Coronel, quien en los años 80 fuera el cantante del Nene,
le dio voz a una de sus mejores canciones, ‘El ventanal’: “Si me acerco
a tu casa te voy a enamorar, si te cuento lo mío te voy a hacer
llorar”.
Y son ‘Rebelión’ y ‘En Barranquilla me quedo’ sus dos canciones
cumbres, porque fue igual Rey del Carnaval, de las Fiestas de la
Independencia, de las del 20 de enero y de todo el jolgorio del Caribe
Colombiano. Fue él quien por primera vez describió la champeta – cuando
era despreciada por las clases altas y medias – cuando nos dejó ese
manifiesto del bailador: “Echao palante, en una sola baldosa bailé, así
recuerdo que te conocí mujer”.
Después de su crisis en 1983, cuando fue desahuciado en el Hospital
Universitario de Cartagena, Joe emprendió su segundo viaje musical con
la Orquesta la Verdad, con la que nos dejó ‘El tumbatecho’: “Llegó a su
casa derecho, de haber rumbeado por despecho, de hecho cayó al lecho
mirando al techo / y siguió derecho, oyendo música brava, brisas de
enero que tumban tu techo”.
Allí – en ‘El tumbatecho’ – está su verdadera historia, tu tragedia,
su esplendor. Se nos fue Joe, esa leyenda, el Hijo Mayor de Cartagena de
Indias, el Centurión de la Noche, la voz que al mismo tiempo
fue lamentación, plegaria, algarabía y rebeldía de las calles y las
noches del Caribe.
Tomado de: http://aceraizquierda.wordpress.com/2011/07/26/el-son-de-joe-arroyo-es-lo-mejor/
Tomado de: http://aceraizquierda.wordpress.com/2011/07/26/el-son-de-joe-arroyo-es-lo-mejor/
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